domingo, 21 de abril de 2013
Sentaos a la mesa
Si tuviéramos las armas, os apuntaríamos.
"Entregad las vuestras.
Entregad todo lo que tenéis.
Entregad vuestro oro, vuestras joyas, vuestros mejores vestidos, las llaves de todos los palacios.
Despedíd a vuestros sicarios, liberad a vuestros esclavos.
Sentaos a la mesa, que almorzaremos.
Y hoy comeremos todos juntos.
Vosotros, nosotros, todos.
Los que érais asquerosamente ricos y los que sólo tenían los agujeros de los zapatos.
Y los que no tenían zapatos.
Almorzaremos como iguales, como hombres y mujeres que se respetan.
Sin servidumbre.
Así podréis entender de qué va la cosa.
Aprenderéis a compartir el agua, el pan y el vino.
Aprenderéis a escuchar.
No tendréis más remedio.
Podréis comprender nuestra hermandad esencial.
Cambiaréis.
Y lloraréis, ya lo creo que lloraréis.
Muchos de vosotros moriréis de pena.
Y os habremos respetado la vida, pero no lloraremos vuestra muerte.
Que la tierra se trague vuestros pecados.
Los que quedéis, tendréis que acostumbraros, porque a partir de ahora almorzaremos siempre así.
Enterrada honda la barbarie."
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